viernes, 20 de febrero de 2009

Divagues sobre un concepto II. La concepción de Rousseau

El libro de Rousseau: El Contrato Social, expone lo que para él eran las bases de una sociedad civil, esto es, el soporte de lo que formaría las sociedades modernas. Este contrato se establecería entre el Estado y las personas, que al adherirse a él obtendrían el título de “ciudadanos” y con ello los beneficios correspondientes a tal categoría de estatus social. Sin embargo el paquete completo de ganancias ciudadanas, no era “de a gratis” y por el contrario tendría un precio muy elevado: la libertad natural humana. Fue así como quedaron sentadas las primeras bases de derecho político moderno

El proceso mediante el cual cada humano tenía que pasar para poder transcender de un estado primitivo o salvaje a otro más noble y civilizado, al de ciudadano, era el de ceder la libertad natural con la que todo ser humano nace, esa que, según Rousseau, nos hace ser buenos por naturaleza pero que perdíamos al vernos envueltos dentro de sistemas políticos autoritarios, dígase lo que en ese entonces reinaba en Europa: las monarquías absolutistas. Entonces, la manera en la cual podríamos combatir la perdida de nuestra bondad natural era mediante la aceptación voluntaria de coartar la propia libertad en beneficio de la formación de una sociedad civil, basada en los términos de que la soberanía emanaba directamente del pueblo y no del derecho divino de los reyes y las cúpulas clericales, y que con esto se encaminarían todos los esfuerzos, como de manera automática, hacia la obtención de beneficios comunes a la sociedad formada por la adhesión a este contrato social.

Se podría decir que para Rousseau el concepto de libertad es la capacidad de elegir las propias ataduras. Como dejar de lado la búsqueda de los intereses y encaminar las energías en común hacia el bienestar del grupo o algo superior al individuo mismo. En mi opinión está concepción de sociedad es un gran aporte a la humanidad y sobre todo por la época en la que surgió, fue uno de los golpes más duros que se le pudieron haber propinado a la monarquía absolutista francesa de ese tiempo y uno de los conceptos que más darían de que hablar en mucho tiempo; inspirador para muchos de los autores que escribirían después sobre estas cuestiones. Sin embargo hay en ella una raíz dentro del pensamiento puritano (enclavado en Rousseau por la dura formación religiosa en la cual se desarrolló) en donde el sacrificio personal, de autoflagelación y de expiación de lo impuro trae como consecuencia una especie de recompensa divina, que queda manifestada dentro del Contrato Social en la idea de la elevación de lo mundano del hombre salvaje a lo cuasi divino de un ciudadano moderno. Se va siguiendo la tónica que marca la creencia de la existencia de estadios de la condición humana. Lo que primero intento el colonialismo español: humanizar a los salvajes por medio de la religión católica, lo continuarían las siguientes potencias colonialistas pero ahora con la humanización del salvaje mediante un proceso de ciudadanización a la europea.

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