martes, 10 de marzo de 2009

El soñador

Hoy me levanté, como de costumbre, a las seis de la mañana. Es un hábito que por más que he intentado quitarme sigue ahí presente. A veces es bueno poder abrir los ojos y comenzar las actividades del día desde que van clareando los primeros rayos del sol, pero otras veces, las más, da mucho coraje no poder quedarse dormido otro ratito. No es porque yo sea un flojo y un vago sin oficio ni beneficio, sino que me pasa que cuando me quedo medio dormido, medio despierto, medio consiente, medio sabe cómo es cuando tengo los mejores sueños de mi vida, o por lo menos de los cuales si me puedo acordar y muchas veces hasta los puedo controlar. En algunos es tal mi control que podría jurar que lo viví de verdad, es mas hasta despierto con la sensación de no saber si sigo en el sueño o si ya salí de él.

He llegado a pensar que soy tan hábil para eso de guiar los escenarios que suceden en mi mente y sacar mis más escondidos subterfugios del inconsciente que he pensado seriamente en institucionalizar mi actividad soñadora como algo más formal, tal vez como un tipo de ciencia y poder compartir mis experiencias y mis métodos con las demás personas. Hacer algo así como un tipo taller del control de los sueños, pero con un nombre más acá, que suene como muy apantallante, como muy que lo lees y te quedas con cara de ¿qué será eso? podría ser un nombre como “enseñanza activa de la propagación de eventos súbitos condicionados por el rompimiento de bloqueos del subconsciente encaminados a la apropiación de la neuroquímica de las imágenes extrasensoriales en un espacio finito de la temporalidad” Sí, algo así quedaría bien como nombre de una cátedra universitaria a donde los alumnos llegaran ávidos de conocimiento y deseosos por explorar y explotar sus capacidades para dirigir sus sueños de una manera segura, económica (de hecho gratuita), responsable socialmente porque digo soñando no dañas a nadie y que les permitiera mantener un estado de felicidad general causado por la buena disposición que da el tener los mejores sueños.

Podría hasta profesionalizarlo todo y no dejarlo sólo como una mera materia optativa de las ya formadas carreras universitarias. Un tipo ingeniería de los sueños, que con el rigor y la metodología adecuada de toda ciencia exacta y las ventajas tecnológicas de estos días pudiera desarrollar las formas y procesos necesarios para pasar el conocimiento de las aulas en las escuelas a la sociedad en general. Crear programas sociales aplicados que divulguen y fomenten la generación de sueños en todos los sectores; programas que permitan en general a todo el mundo poder soñar vívidamente en el lapso de tiempo que transcurre entre la primera vez que abres los ojos por la mañana y el momento en que ya tienes en verdad que despertarte. Me pregunto que podría suceder si todos soñáramos así todas las mañanas, si esos minutos que dedicamos a maldecir nuestra desgracia de tener que levantarnos pudiéramos dedicarlos a nosotros mismos y a nuestros sueños y que además pudiéramos dirigir los destinos de estos.

martes, 3 de marzo de 2009

¡Cómo quisiera ser bombero!

La elección de lo que uno quiero ser en la vida es una de las decisiones más trascendentes de una persona, saber lo que uno quiere hacer y saber cómo hacerlo es de las suertes más grandes, para la mayoría de las personas no es así de fácil, incluyéndome. El proceso que es necesario seguir para poder dilucidar lo que crees que tal vez pueda ser una leve posibilidad de lo que a lo mejor es en realidad un poco cercano a lo que chance te gustaría hacer por el resto de tus días es arduo y lleno de golpes traicioneros, raspones, sacadillas, patadas traperas, trompadas, subidas largas y empinadas, caídas libres sin paracaídas, decepciones dolorosas, dudas existenciales, moretones y más; haciendo más compleja la ya de por sí complicada condición humana, condenada a no poder ver con seguridad más allá de los próximos dos pasos, o como diría Kierkegaard “la vida está hecha para entenderse hacia atrás pero para vivirse hacia adelante”

Recuerdo que mi búsqueda sobre el por qué y el para qué estoy acá comenzó cuando tenía por ahí de 5 o 6 años, a lo mucho, yo quería ser bombero, doctor, futbolista, astronauta y albañil, todo al mismo tiempo. Me imaginaba rescatando de las llamas a una bella damisela con mi uniforme impecable de bombero, mientras construía un enorme puente que permitiera cruzar un río a una ambulancia atrapada por la crecida corriente y después vacunaba a toda la humanidad contra todas las enfermedades conocidas y por conocer durante un viaje intergaláctico con una primera escala en la luna y destino final uno de los anillos de Saturno, en donde me esperaban para anotar los 10000 mil goles que marcarían un record de todos los tiempos en la historia del futbol espacial.

Tiempo después mis expectativas se vieron reducidas: a antropólogo para conocer todas las maravillas de los mundos antiguos y de las culturas vivas y crear una gran familia humana; a médico para inventar la cura de algún mal que aquejará a las personas; a ingeniero en computación para poder ayudar con la tecnología más avanzada a unir a la gente, a las familias y a las naciones; a matemático para poder entender el orden de todas las cosas, la quintaesencia de la vida y develar y quitar todos los males del universo.

Sin embargo no fui médico porque me aterra la sangre ajena derramada y la responsabilidad de tener directamente la capacidad de sanar o dejar morir a un ser humano. Tampoco fui matemático porque la Universidad de Guanajuato no me aceptó como aspirante a místico alquimista de las ciencias. Pero sí fui o soy o no sé ingeniero en computación pero nunca uní a ninguna persona o alguna familia ni mucho menos a alguna nación; sólo pasaba 9 horas al día mirando mi monitor y viendo pasar la vida dentro de un cubículo de 4 metros cuadrados. Ahora estudio antropología y me inclino con lo relacionado al lenguaje, quiero conocer la manera de poder cooperar con los esfuerzos para preservar muchas de las lenguas que están por desaparecer, quiero luchar contra la discriminación basada en la manera en cómo alguien habla y conocer los intrincados medios y formas, razones, condicionamientos sociales y más para entender por qué es que las personas hablamos y hablamos como hablamos. Pero me pregunto si podré hacer algo de esto y cuando lo haré y cómo lo haré. Pero en realidad ni siquiera sé si no me voy a tropezar al bajar las escaleras de mi casa, sólo sé que lo quiero intentar y que todavía quiero ser bombero.