domingo, 10 de enero de 2010

Rumbo a Xichú

Siempre que voy hacia un lugar a donde nunca he ido antes me siento como uno de esos aventureros exploradores del siglo XIX, de los que le mostraban al mundo los demás mundos que parecían estar escodidos. Y no es que yo haga algo de eso en realidad, pero por lo menos en lo personal la sensación es imponente.

En está ocación el viaje, de la mano de Tania mi compañera de la vida, fue hacia Xichú pueblo enclavado ahí adentro en la Sierra Gorda de Guanajuato(Sierra Choncha, para los compas), para asistir al Festival del Huapango Arribeño y la Cultura de la Sierra Gorda

Nunca he sabido en realidad desde cuando comienza un viaje y mucho menos he sabido si en realidad termina cuando se vuelve a los andares comunes o qué transa; pero para mí este viaje en particular comenzó hace muchos años cuando por primera vez escuché y vi tocar a los Leones de la Sierra de Xichú afuera de la Casa de la Cultura de León y conocí el huapango. Desde ese momento empecé a seguirles la pista a estos músicos y su obra, a escuchar huapangos en uno y otro lado; soñando y viajando en la mente en algún día ver a los Leones ahí en la Sierra de Xichú.

Así que cargado de espectativas y ansiedades el 28 de diciembre por la noche pasé a la central de León a recoger a Tania, para luego el 29 por la mañana iniciar el recorrido hasta el corazón de la Sierra Choncha. El camino ya estaba marcado y confirmado por el señor que da información en las taquillas de flecha amarilla, la ruta era: Tomar el camión a las 7:50 am con origen en la cuidad de León y destino a San Luis de la Paz con escalas en Guanajuato, Dolores Hidalgo y un chingo de paradas en rancherías y puntos varios de la carretera para después transbordar en los autobuses de "Transportes de la Sierra Gorda" con destino a Xichú con otro chingo de paradas por toda la sierra y compartiendo el viaje con todas las personas que van a San Luis y regresan a sus lugares en la sierra cargados con todas las cosas del mandado.

El primer camión nos tomó casi 4 horas en el recorrido. Cruzamos toda la ciudad de Guanajuato para después comenzar a subir y subir por curvas hasta la Sierra de Santa Rosa para luego llegar a Dolores y ver el montón de cosas que hacen en talavera hasta por fin llegar a la central camionera de San Luis de la Paz en donde hay más corridas de camiones a ciudades en Estados Unidos que a ciudades dentro de México. Ahí en San Luis tuvimos que esperar un rato en lo que salía el próximo camión a Xichú y la señora que vende los boletos nos ofreció cuidar nuestras mochilas en la taquilla mientras y saliamos a caminar, estirar las piernas y comer algo.

El paisaje al salir de San Luis de la Paz está lleno de hiuzaches, nopales y cactus espinosos, el suelo es árido y pedregoso y al ir avanzando en el camino se comienzan a ver unos cerros raros, como salidos de repente de la tierra que resaltan a la vista ya acostumbrada a sentir los llanos secos. Cuando comienzan las curvas y el camino nos conduce a esos cerros las rocas se ven amontonadas unas sobre otras con salientes filosas y marcas de colores de tiempos pasados. Así continúa el paisaje entre piedras caprichosas y formas irregulares hasta que de la nada comienzan a aparecer pinos y encinos de tamaño pequeño y en menos de lo que el cerebro tarda en acostumbrase al cambio del paisaje nos vemos rodeados de un bosque tupido e imponente lleno de árboles centenarios hasta donde alcanza la mirada.

Y justo cuando mis sentidos creían que nada más los podría asombrar, entre las curvas del camino que sigue subiendo y subiendo por los cerros de la Sierra Gorda y por los pequeños espacios que van dejando los árboles a los lados del camino mis ojos ven algo a la distancia, como un lago con la superficie entre blanca azul y gris. Mi cerebro lento y acostumbrado a estar tan a nivel del piso tardó en darse cuenta que lo que veía no era un lago sino las nubes entre las cumbres de los cerros. Sentí como si hubiera alcanzado el principio del cielo, pensé en las personas que viven en esos lugares, en cómo verían ellos el mundo viviendo tan cerca del cielo y entre estás preguntas mis oídos alcanzaron a escuchar al conductor del camión decirle a su compañero: "no mames, siempre que voy pasando por aquí y veo el paisaje me dan ganas de aventarme a ver si puedo volar".

Después el camino empieza a bajar y bajar, como durante media hora todo va entre curvas y de bajada hasta llegar a dónde justo los cerros dan chance para poder poner un pueblo y ahí ya es Xichú.