jueves, 21 de agosto de 2008

Turista en casa

Ahora que terminó el curso de verano que tomé en la universidad (el cual por cierto aun no se que calificación obtuve porque el profe no ha publicado resultados) y despues un divertido fin de semana de descanso y tira barra en companía del Chuy y de Cristina que vinó de visita, sentí que era justo pasar un tiempo en casa, en León. Así que el último día que la Cris estuvo por acá hice mis maletas y me regresé con ella.

Llegamos un domingo como a las 10 de la noche y la pereza que seguía gobernando nuestros destinos nos guió hacia los taxis, donde cada quien tomó el respectivo para su casa. Desde que el taxi salió de la central, vi que estaban poniendo de cabeza la ciudad, levantando el asfalto con máquinaria pesada y cintas separando los pasos peatonales y la circulación de coches cerrada en un sentido. Para aquellos que no conozcan León cuando sales de la central de autobuses te topas con lo más representativo de la ciudad: zapatos y zapaterías por todos lados. Lo que pomposamente se conoce como zona piel, que no es precisamente mi lugar favortio, porque en sus buenos días hay muchos coches, gente y ruido y en sus malos días hay más coches, más gente y más ruido.

Y bueno ya que llegué a casa, sentí que todo era mas normal, mis papás dormidos a las 10 pm, como siempre, todo en la cocina igual, la sala, el olor a hogar, el silencio todo estaba "normal", hasta que entré a mi cuarto y encedí la luz. Estaba la cuna que mi papá le hizo a mi sobrino, muchas sillas, y mas cosas: mi cuarto ya no es mi cuarto; ya es la bodega de la casa. Pero vale, mi cama seguia estando ahí donde siempre, con las mismas cobijas y la misma almohada. Así que cené y me fuí directo a dormir.

Ya el lunes, y despues de unas 12 hrs de sueño continuo, un desayuno "como dios manda", una ida al mercado con mi mamá y una comida "como la gente decente", emprendí la ruda tarea de deshacerme 2 rastas y una plasta de cabello tipo "cocker spaniel" que se me habían formado en el cabello después de un tratamiento capilar a base de shampoo vanart y ausencia de cepillado por más de un mes. La tarea no fue fácil pero después de una hora y media, litros y litros del buen enjuague rosa vanart de mi jefa y agua, montones de pelo viejo y mucho dolor el cometido fue logrado y me deshice de mis rastas de perro callejero. Para despues ir al cine con mi jefes a ver "viaje al centro de la tierra", a los nuevos cinepolis que abrieron cerca de casa y poder presumir mis ya bien definidos rizos naturales.

Lo que transcurrió despues de eso y durante gran parte de mi estancia en casa puede resumirse en: mucha y buena comida, Dr. House y mucho y buen dormir. Sin embargo pasaron capitulos bastante interesantes.

El primero me ocurrio un día que decidí salirme solo al centro y asistir a una obra de teatro que se veía buena en el cartel y que formaba parte del FIAC que se hace cada agosto en León. En el programa decía que había localidades de $120 y $80 accesibles a mi presupuesto. Pero el karma o el destino estuvieron apunto de hacerme pasar "un Oscar", que es como le llamamos acá entre la banda a aquellas veces en que si planeas hacer algo y cualquier cosa puediera salir mal, con seguridad saldrá mal, en honor claro al buen Oscardilla (vease como referencia la nota policiaca de posts anteriores). El camino hacia el centro es fácil, ese día había ido a casa de mis abuelos, que está como a 5 mins. caminando de mi casa, y para ir hacia el centro de ahí de casa de mis abuelos basta con salir, caminar 20 ó 30 mts hacia la esquina y tomar el camión, la legendaria ruta 12 que por un buen tiempo me llevó y me trajó a todos lados, como precisamente al centro y a la prepa por 3 años completos.

La ruta está ya en mi sangre, conozcó cada vuelta del trayecto todo... sin embargo estando ya en pleno centro y a una parada de autobus antes de la que tenía que bajarme, la ruta dió una inesperada vuelta hacia la izq. lo cual implicó una paradoja en la continuidad tiempo-espacio, una colosion cosmica equiparable a la fuerza de 1o supernovas haciendo implosión, voltié hacia todos lados buscando la figura rechoncha de Alfred Hitchcock esperando escuchar la tonadita de la dimensión desconocida, pero nada... y asi que muchas cuadras despues y lejos del teatro bajé del camión cuando marcaban las 19:29 en mi reloj y la obra comenzaba 19:30. Llegué al teatro cuando todavía estaban entrando el público a la sala, fuí a la taquilla y pedí una entrada de las de $80, pero ya no había mas que de $120 y solo traía un billetade $100 en la cartera y una tarjeta de débito, pero no aceptaban el pago con tarjeta, salí corriendo al cajero aútomatico mas cercano, en donde había una señora picandole a todos los botones y al parecer teniendo una seria afrenta contra la tecnología pero, despues de un tiempo, la doñita salió victoriosa de su épica batalla y yo pude sacar $100 del cajero para pagar mi entrada al teatro, al cual afortunadamente logre llegar justo cuando cerraban las puertas de acceso y se escuchaba "tercera llamada comenzamos". Apagaron las luces y yo aun no me acomodaba en mi asiento, pase lo mas limpio, silecioso y rápido que pude por la fila de asientos, tratando no pisar a nadie de los que ya estaban sentados, traté de sentarme cuidadosamente pero mi lugar rechinaba como puerta vieja mientras una señora me veía directo con mirada inquisidora, hasta que estuve completamente sentado y mi asiento paro de rechinar. La obra fue buena salí contento y me fui a un bar cercano al teatro donde me ví con varios amigos y sentir de nuevo la cailidez de saber que el tiempo-espacio volvió a su aplastante continuidad.

No hay comentarios.: